jueves, 3 de abril de 2014

Osteologia



Osteología
La osteología es una rama de la anatomía descriptiva que trata del estudio científico del sistema óseo en general y de los huesos que lo conforman en particular. El esqueleto es la armazón del cuerpo humano, formado por 206 huesos que sirven de sostén y protección. Situados en medio de partes blandas, sirven a éstas de apoyo y aún a veces presentan cavidades, más o menos profundas para alojarlas y protegerlas.

Funciones de los huesos
Los huesos, vistos tanto como unidad o conjunto, poseen cuatro funciones:

  •  Estructurales: Los huesos dan estructura y forma al cuerpo, siendo el soporte principal de éste. Es la función más importante que poseen.
  • Locomotor: Resultado de la interacción de los huesos con los músculos y las articulaciones, permitiendo el movimiento.
  • Hematopoyética: Se encargan de la producción de ciertos componentes de la sangre, por medio de la médula ósea roja.
  • Almacén de calcio y fosfato: Los huesos suponen un almacén tanto de calcio como de fosfato, y tanto el depósito de éstos como su movilización del hueso contribuyen a mantener las concentraciones de ambas especies dentro de unos niveles adecuados.
  • Sostén: los huesos son el soporte de los tejidos blandos, y el punto de apoyo de la mayoría de los músculos esqueléticos.
  •  Protección: los huesos protegen a los órganos internos, por ejemplo el cráneo protege al encéfalo, la caja torácica al corazón y pulmones.
  • Movimientos: en conjunto con los músculos.
  • Homeostasis De Minerales: el tejido óseo almacena calcio y fósforo para dar resistencia a los huesos, y también los libera a la sangre para mantener en equilibrio su concentración.
  • Producción De Células Sanguíneas: en la médula ósea roja (tejido conectivo especializado) se produce la hemopoyesis para producir glóbulos rojos, blancos y plaquetas.
  • Almacenamiento De Triglicéridos: la médula ósea roja es reemplazada paulatinamente en los adultos por médula ósea amarilla, que contiene adipocitos.

Tipos de tejidos óseos
EL hueso esponjoso, sinónimo de hueso trabecular o hueso esponjoso, es uno de los dos tipos de tejido óseo que forma los huesos. En comparación con el hueso compacto, tiene una superficie mayor, pero es menos denso, más suave, más débil y menos rígido. Por lo general se produce en los extremos de los huesos largos, en las proximidades de las articulaciones y en el interior de las vértebras. El hueso esponjoso está muy vascularizado y con frecuencia contiene la médula ósea roja, donde la hematopoyesis, o producción de células sanguíneas, tiene lugar. La principal unidad anatómica y funcional del hueso esponjoso es la trabécula.

Médula ósea
Periostio (1) y médula ósea (2) en la diáfisis del fémur. Parte del periostio ha sido separada hacia la derecha.
Existen dos médulas óseas: la roja y la amarilla.

La médula ósea roja

(medulla ossium rubra), cuyos detalles de estructura se estudian en histología, tiene el aspecto de una masa roja suave, compuesta de tejido reticular en cuyas mallas se encuentran los elementos celulares relacionados directamente con la hemopoyesis y la formación del hueso (osteoblastos o creadores de hueso y osteoclastos o destructores de hueso). La médula roja está infiltrada de nervios y vasos sanguíneos que nutren no sólo a la propia médula, sino a las capas internas del hueso. Los vasos sanguíneos y los elementos de la sangre son los que le dan el color rojo a la médula ósea.

La médula ósea amarilla

Medulla ossium flava, debe su color a las células adiposas, componentes principales de la misma.

Durante el desarrollo y crecimiento del organismo, cuando se exige una función hemopoyética y osteogenética intensificada, predomina la médula ósea roja (en el embrión y en los recién nacidos existe, exclusivamente, médula ósea roja). A medida que el niño va creciendo, la médula roja es sustituida paulatinamente por la amarilla que, en los adultos, llena todo el espacio medular de los huesos largos. Por su exterior, excepto en las superficies articulares, el hueso está cubierto por una envoltura externa, el periostio.

El periostio es una película fina y consistente de tejido conjuntivo, de color rosa pálido, que rodea al hueso por su exterior, hallándose insertado al mismo por medio de haces de tejido conjuntivo, las fibras perforantes, que penetran en el hueso a través de unos conductos especiales. El periostio se compone de dos estratos: uno superficial (fibroso) y otro profundo o interno, osteogenético (llamado también cambium).

El periostio es rico en nervios y vasos, gracias a lo cual participa en la nutrición y en el crecimiento del hueso en espesor. La nutrición se verifica a expensas de los vasos sanguíneos que pasan en gran número del periostio al estrato externo (cortical) del hueso, a través de los múltiples orificios vasculares (foramina nutritia, o, más exactamente, vasculosa); el crecimiento del hueso corre a cargo de los osteoblastos, localizados en el estrato interno, adyacente al hueso (cambium).

Las superficies articulares de los huesos, libres de periostio, están cubiertas por cartílago articular que ofrece la estructura corriente de los cartílagos hialinos. Así, pues, en la comprensión del hueso como órgano, entran el tejido óseo que forma la masa fundamental del mismo, y también la médula, el periostio, el cartílago articular y numerosos nervios y vasos sanguíneos.

Tipos de huesos
Según sus dimensiones, podemos clasificar a los huesos en:
a)    Huesos largos: Son el tipo de hueso en el que predomina la longitud por sobre sus otras dimensiones. Este posee dos extremos o epífisis, donde suelen conectarse con otros huesos en articulaciones; un cuerpo o diáfisis, compuesto sólo por tejido óseo compacto, presentado en su interior sólo un canal llamado conducto medular, relleno de médula ósea amarilla; y la zona de unión o límite entre epífisis y diáfisis, conocida como metáfisis, formada por un disco cartilaginoso que permite el alargamiento del hueso. Este tipo de hueso se encuentra en las extremidades superiores e inferiores. Los huesos largos son huesos duros y densos que brindan resistencia, estructura y movilidad, como el fémur (hueso del muslo). Un hueso largo tiene una diáfisis y dos extremos.
Asimismo, hay huesos en los dedos de las manos que se clasifican como "huesos largos", aunque sean cortos en longitud, lo cual se debe a la forma y no al tamaño real.
Los huesos largos contienen médula ósea amarilla (En la Diáfisis) y médula ósea roja (En la Epífisis)
b) Huesos cortos: Los huesos cortos en el cuerpo humano tienen forma redondeada y cúbica, con mediciones de largo, ancho y alto aproximadamente iguales.


Estos huesos abarcan los huesos carpianos (manos, muñeca) y los huesos tarsianos (pies, tobillos), también se encuentran en las vertebras


Además hay otro tipo de huesos pequeños, formados por tejido laminar compacto por fuera, y tejido laminar esponjoso en el centro. A éste tipo de huesos pertenecen los carpos y tarsos. Además, se establecen en dos subclasificaciones:


Ø  Huesos sesamoideos, un tipo de hueso corto que es encontrado en relación a un tendón, con la función de mejorar la mecánica articular. El ejemplo más claro es la rótula o patela, están en algunos tendones, a los que protegen del uso y desgarro excesivos.


Ø  Huesos supernumerarios, tipo de hueso corto que no se encuentra en todas las personas.
c) Huesos planos: Son el tipo de hueso donde predomina la longitud y el ancho sobre su espesor. Están formados por tejido laminar compacto por fuera, denominado áploe, y tejido laminar esponjoso en el centro, denominado diploe. Este tipo de huesos se encuentra formando cavidades en el cuerpo, como los huesos del cráneo, de la caja torácica, entre otros.
d) Huesos irregulares: Todos aquellos huesos que por su forma no se pueden clasificar en otro tipo. A éste tipo de huesos pertenecen las vértebras. Además, dentro de esta clasificación se encuentran los huesos neumáticos, que poseen cavidades llenas de aire. Los huesos que forman la cara tienen esta característica.

Estructura de los huesos
La unidad estructural del hueso visible a la lupa, o con microscopio de poco aumento, es el osteón o sistema haversiano, es decir, el sistema de laminillas óseas dispuestas concéntricamente alrededor de un canal, el conducto de Havers, que contiene vasos y nervios.
Los sistemas de Havers no están aplicados uno al otro íntimamente, y los espacios entre ellos se encuentran llenos de laminillas óseas intermedias o intersticiales. Estas laminillas no se hallan distribuidas de un modo desordenado, sino en correspondencia con la carga funcional del hueso: en los huesos largos (tubulares) se disponen paralelamente al eje longitudinal; en los esponjosos (huesos cortos), perpendicularmente al eje vertical; en los huesos planos del cráneo, paralelamente a las superficies del hueso y radialmente.
Junto con las laminillas intersticiales los sistemas haversianos constituyen la capa media fundamental de la substancia ósea, cubierta por dentro, del lado del endostio, por una capa interna de laminillas óseas ordinarias y por el exterior, del lado del periostio, también por una capa externa de tales laminillas. Esta última se encuentra atravesada por vasos sanguíneos que van del periostio a la substancia ósea, por el interior de los canales perforantes (de Volkmann). El inicio de estos canales se observa en el hueso macerado en forma de múltiples orificios vasculares (foramina vasculosa s. nutritia). Los vasos sanguíneos, al pasar por los canales perforantes y de los osteones (de Havers), aseguran el metabolismo en los huesos.
La agrupación de osteones forman elementos de mayor volumen, las trabéculas de substancia ósea, que pueden observarse a simple vista en los cortes de hueso o en las radiografías. De esas trabéculas se forman dos clases de substancia ósea; cuando ellas se aplican una a la otra estrechamente, constituyen una masa sólida, la substancia compacta. Si por el contrario, están agrupadas laxamente, formando series de poros o cavidades en forma de esponja, constituyen la substancia esponjosa o trabecular.
La distribución de las substancias compacta y esponjosa depende de las condiciones funcionales del hueso. La substancia compacta se encuentra en aquellos huesos y partes de los mismos que cumplen preferentemente las funciones de sostén (puntales) o de movimiento (palancas), por ejemplo, las diáfisis de los huesos largos. En los casos en que, a pesar del gran volumen, es preciso conservar la ligereza, sin menoscabo de la solidez, se forma la substancia esponjosa, por ejemplo, en las epífisis de los huesos largos.
Las trabéculas de substancia esponjosa no se localizan al azar, sino de modo reglamentado, en dependencia también de las condiciones funcionales en que se encuentra un hueso dado o una de sus partes. En la medida en que los huesos soportan una acción doble, de presión y de tracción de los músculos, las trabéculas óseas están dispuestas en la dirección de las líneas de fuerza de compresión y distensión. De acuerdo con las diversas direcciones de esas líneas de fuerza, los distintos huesos e incluso partes de los mismos, presentan una estructura diferente.
En los huesos de cubierta de la bóveda del cráneo, que realizan preferentemente la función de protección, la substancia esponjosa tiene un carácter especial que la distingue de los restantes huesos que tienen las 3 funciones del esqueleto. Esa substancia esponjosa se denomina diploe (doble), por estar formada de cavidades óseas irregulares dispuestas entre dos láminas óseas, una externa y otra interna. A esta última se le llama también lámina vítrea, ya que en los casos de traumatismo se fractura con mayor facilidad que la externa (fig. 3). Las cavidades contienen la médula ósea, órgano de la hemopoyesis y de defensa biológica del organismo. Ella participa también en la nutrición, desarrollo y crecimiento del hueso. En los huesos largos, la médula ósea se encuentra en el conducto central de los mismos, denominado por ello conducto o cavidad medular.
Los huesos se clasifican en diversos tipos según su forma. Un hueso largo (como el fémur o el húmero) consta de las siguientes partes:
1.    Diáfisis: es el cuerpo o porción cilíndrica principal del hueso.
2.    Epífisis: son los extremos proximal y distal del hueso.
3.    Metáfisis: es el sitio de unión de la diáfisis con la epífisis; su espesor va disminuyendo con la edad.
4.       Cartílago articular: es una capa delgada de cartílago hialino que cubre la parte de la epífisis de un hueso que se articula con otro hueso.
5.        Periostio: es una capa resistente de tejido conectivo denso que rodea la superficie ósea que no tiene cartílago articular. Protege al hueso, participa en la reparación de fracturas, colabora en la nutrición del hueso, y sirve como punto de inserción tendones y ligamentos.
6.       Cavidad medular: es el espacio interno de la diáfisis que contiene a la médula ósea amarilla grasa.
7.       Endostio: es la capa que recubre la cavidad medular, y contiene células formadoras de hueso.

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